¿Víctima, culpable, testigo o cómplice?
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Foto de lil artsy |
escrito por Verónica Schennel
No lo sé y quizás nunca lo sepa.
Llegué a la casa y ahí estaba él, mi esposo, irrespetando nuestro hogar, ese que antes era nuestro nido de amor. Irrespetando nuestra habitación, nuestra cama, e irrespetándome a mí como mujer y esposa.
Una mujer estaba desnuda sobre él. No podía ver su rostro porque estaba de espalda, ambos sudaban, gritaban y gemían. Él me miró, yo estaba parada justo frente a ellos, llorando, confundida, indignada… pero él no detuvo el acto, era como si yo no estuviera ahí… Eso me convierte en víctima.
Tomé un cuchillo y empecé a clavarlo en la espalda sudada de aquella mujer. Yo le gritaba: “Esto te pasa por puta, por estar con un hombre casado”. La sangre salpicaba por todas partes, ella ya no gritaba de placer, ahora gritaba de dolor. Eso me convierte en culpable.
En otro recuerdo que viene a mi mente. Mi esposo se levantó de la cama, me arrancó el cuchillo de la mano y me empujó con tanta fuerza que caí al suelo golpeando mi cabeza. Me sentía mareada y no podía moverme. Luego él mismo apuñaló a su amante. Eso me convierte en testigo.
Él reía con su rostro salpicado de sangre y el cuchillo en la mano. Había sangre en las paredes e incluso en el portarretratos en el que aparece una foto mía sonriendo junto a mi infiel y ahora asesino esposo. Él se me acercó, colocó el cuchillo en mi mano y me dijo al oído: “Eso le pasó por puta, por estar con un hombre casado”. Eso me convierte en cómplice.
Salió de la casa llevándose mi auto, sólo pude escuchar el motor. Empecé a correr por las calles gritando y llorando. Recuerdo que estaba temblando y los nervios no me dejaban hablar bien.
Entré en pánico y unas personas me ofrecieron agua. Me acompañaron hasta la puerta de la casa, pero yo no quería entrar. Les iba a contar pero sentí una mezcla de miedo y pena, así que abrí la puerta, respiré profundo y entré al lugar del crimen.
Caminaba lento, mirando desesperada todo a mi alrededor. Escuché música que provenía de la cocina, así que me acerqué y me asomé. Estaba mi esposo con un delantal y unos guantes cocinando. Él reía, cantaba y bailaba al ritmo de la música como si nada hubiera pasado.
Me dijo que la cena estaría lista en unos minutos y que me pusiera cómoda en el comedor.
Yo no entendía nada, no sabía qué hacer… Mi esposo estaba loco por asesinar y no recordarlo, o la loca era yo que había imaginado todo.
Durante la cena él hablaba y reía sin parar, yo permanecí callada. De vez en cuando sonreía y ascendía con la cabeza para que no se enojara al sentirse ignorado. Yo no quería que me asesinara como hizo con su amante en medio de un ataque de ira.
Subimos a la habitación, él se lanzó en la cama y se quitó los zapatos. Yo entré mirando por todas partes, buscando el cadáver, la sangre, el cuchillo, alguna cosa que me indicara que el crimen había ocurrido y que no era producto de mi imaginación.
¿Cómo pudo limpiar todo tan rápido?, ¿cómo pudo quitar las manchas de sangre de nuestras sábanas blancas?
Empezó a besarme y a quitarme la ropa, pero obviamente yo no me sentía nada atraída por él, así que le dije que estaba agotada y que sólo quería dormir. Me acosté en la cama, él se sentó junto a mí, tomó mis piernas y me quitó los zapatos.
En algún momento de la noche me quedé dormida. Desperté agitada, mi esposo no estaba en la habitación. Me asomé en el baño, bajé la escalera, lo busqué en la cocina, en la oficina, en la sala, hasta que escuché un ruido extraño que salía del sótano.
Entré y vi el reflejo, era la luz de la computadora. Se estaba reproduciendo un vídeo pornográfico, pero no veía a mi esposo, hasta que me adentré más al lugar y lo vi teniendo relaciones con el cadáver de su amante. Coloqué la mano en mi boca para no gritar, no quería que él notara mi presencia.
Me disponía a salir del sótano, pero no pude evitar mirar la cantidad de fotos y recortes de revistas de mujeres desnudas y cadáveres, era un collage pornográfico y criminal al mismo tiempo. Lo curioso es que todas las mujeres tenían el cabello rojo, igual que su amante difunta, por suerte mi cabello es negro como la noche.
Tropecé con una caja de herramientas y el ruido hizo que mi esposo volteara hacía mí.
Él me tomó con fuerza, me amarró y me dejó en el sótano encerrada durante días.
La primera noche el cadáver de su amante yacía en el suelo con los ojos abiertos, sentía que me miraba. Al día siguiente él lo envolvió en sábanas y bolsas de basura para luego llevárselo. En ningún momento me habló; de hecho, no volteó a mirarme durante el tiempo que permaneció en el sótano.
Los días transcurrieron y él solo entraba al sótano para colocarme agua y comida. Ya no era su esposa, de un momento a otro, pasé a ser su mascota. Él seguía sin verme y sin hablarme.
Por las noches escuchaba gemidos y luego gritos desgarradores. La historia se repetía una y otra vez…
Sus encuentros sexuales casuales terminaban convirtiéndose en tortura y muerte.
Yo lloraba recordando nuestra vida juntos, nuestros momentos más especiales. ¿Cómo fue que terminamos así?, ¿en qué momento dejó de ser bueno y amable? Se convirtió en un monstruo, ahora era un psicópata, depravado sexual y asesino en serie. Ahora bebía, fumaba y consumía todo tipo de drogas. Él antes no tenía vicios, o por lo menos yo nunca me di cuenta. Sus vicios formaban parte de sus oscuros secretos.
Una mañana desperté con mi cabello pintado de rojo, en ese momento entendí que era mi turno de morir. En medio de la desesperación logré romper las cadenas que me mantenían atada a un muro del sótano. Me escondí y, cuando él entró, tomé un tubo y le golpeé la cabeza con todas mis fuerzas. Me aterraba saber que en cualquier momento iba a reaccionar y me iba a atacar para lograr su objetivo de asesinarme, así que aproveché que estaba inconsciente en el suelo, le quité un cuchillo que llevaba en uno de sus bolsillos y lo clavé veintidós veces en su cuerpo.
Me senté junto a él para poder respirar y descansar un poco, me sentía muy agitada. Solté el cuchillo e intenté limpiar la sangre que tenía en mis manos y en mi rostro. No tenía otra opción, él iba a asesinarme y yo tenía que defenderme. Era su vida o la mía.
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➤ Verónica es una escritora y actriz venezolana que ha colaborado en múltiples revistas y blogs tanto nacionales como internaciones. Actualmente es la directora regional del estado de Miranda en el "Forum Internacional de Literatura y Cultura por la Paz" en Venezuela y también integrante del Movimiento Poético Juvenil Internacional "Hacedores de fuego y Hacedores de paz".
➤ Algunas de sus obras y colaboraciones son:
- Participación en "Colección de Cuentos Volumen II" (2023) Ophelia Casa Editorial.
- Poema "Venganza o Justicia" (2023) Antología de Poesía de El Buen Cruel.
- Recibió el “Premio Péndola Dorada” (2022).
- Poema "En la eternidad" (2022) Revista Dragón Escritor.
- Diversas apariciones en revistas tales como "Mimeógrafo", "Verso Inefable", "Lenguaje de esperanzas", "Laberinto de estrellas", entre otros.
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