El cardumen

Foto de Oliver Schmid

escrito por Denys Alberto Quirós Barrabí

    Aunque se avecinaban días algo tormentosos Oleh y su tripulación querían sacarle provecho al mar así que regresar a casa no era de apuro. Llevaban tres días en alta mar, la pesca no era buena, no habían logrado encontrar un buen cardumen de anchoas que abarrotase la red. El «Esturión», nombre elegido por Oleh para su embarcación, se adentraba en las aguas del mar negro.

    El día estaba nublado, pero eso era bastante frecuente, la temperatura casi en los cero grados era la costumbre. Borislav se encontraba en la proa fumándose un cigarrillo, el resto de la tripulación compuesta por Ilay, el segundo al mando y mejor amigo de Oleh, y Andry y Andan, hermanos que solo se llevaban un año de diferencia, jugaban cartas en el camarote. El viento soplaba, pero no tan fuerte y no había mucho oleaje. Borislav miraba al horizonte cuando le pereció divisar algo extraño a lo lejos flotando en el agua, era una cosa enorme. Subió inmediatamente hacia la cabina donde se encontraba Oleh para informarle.

    —Hay algo en el agua, parece una ballena. Está flotando más adelante.

    —Déjame echar un vistazo —dijo Oleh y tomó unos binoculares—. Sí es bastante grande. ¿Nos acercamos a echar un vistazo? ¡¿Qué crees?!

    Boris se encogió de hombros.

    Oleh cambió solo unos grados el rumbo y aceleró la velocidad. Miró el sonar, pero este no marcaba nada. Al parecer tenía un desperfecto técnico, pues ya le había fallado varias veces. Cerca de su objetivo bajó la velocidad y se colocó los binoculares para ver qué era. Oleh abrió mucho los ojos por la impresión que le causó el tamaño de esa cosa. Al inicio pensó que era más pequeño, pero al parecer una parte de su cuerpo no se observaba bien por estar parcialmente sumergida. 

    —Échale un vistazo a esto —dijo al pasarle los binoculares a su compañero.

    —Enorme —dijo Boris.

    El capitán llamó a los chicos por la radio para darles la noticia. Todos salieron corriendo directo a asomarse por la cubierta.

    —¿Qué coño es eso? —dijo Ilay.

    —Se parece a tu mamá, Ilay —bromeó Andry—. Mira si son igual de gordas. —La broma fue efectiva y se echaron a reír.

    —No se parece a mi madre porque mi madre no sabe nadar, estúpido —siguió el chiste Ilay.

    La tripulación estaba excitada, querían saber que era eso que flotaba. Los hermanos bromaban diciendo que era un monstruo marino. Para Ilay era una ballena pero una de las grandes. Cuando ya estaban lo suficientemente cerca echaron el ancla. El esturión casi tocaba con la quilla el animal flotante. Todo indicaba que estaba muerto, solo se movía con el movimiento de las olas, algunas gaviotas rondaban el cadáver y había un olor extraño en el ambiente.

     —Apuesto a que es un cachalote —dijo Andry, Brislav le dio una palmada en la cabeza. ¡Un cachalote! ¡En tu vida veras tu uno!

    —Eso es un rorcual —supuso Boris.

    —Hay que verlo más de cerca —expresó Andry.

    Oleh miró con detenimiento: —Hay que verlo de cerca —coincidió.

    El animal era grande, de al menos diez metros de longitud, la mitad inferior estaba sumergida en el agua. Oleh se había percatado de algo extraño, tenía algo como si fuese un alga marina o similar de color oscuro rodeando parte de su cabeza. El barco estaba lo suficientemente cerca como para saltarle encima. Andry y su hermano no lo pensaron dos veces y saltaron. Andry cayó de pie, pero con el movimiento del impacto perdió el equilibrio; Adan no tomó suficiente impulso y cayó al agua, salió sofocado y asustado por el frío, aunque con una sola brazada se sostuvo de una de las aletas de la supuesta ballena.

    Boris también se abalanzó sobre el cuerpo de este. Ya encima caminó con cuidado para analizar lo que veía. Estaba en lo correcto, el color de su cuerpo era grisáceo, en algún momento desde el barco la pareció ver alguna franja blanca, tenía espiráculos dobles y la parte de la cabeza lucía puntiaguda. Sus más de treinta años de experiencia le decían que era un rorcual. La cosa que cubría parte de su cabeza al parecer salía de su boca, pero se extendía por su cuerpo como si la hubiesen atado con un material extraño. Cerca de la zona sumergida se podía observar, a través del agua, que una gran parte estaba seccionada y al parecer había órganos internos expuestos y estos se mesclaban con esa extraña cosa que parecían algas. El olor extraño era más fuerte, el animal se descomponía.

    —Es un rorcual, capitán —gritó Borislav—. Parece que algo lo mató y tiene toda esa cosa rodeando su cuerpo. ¿Cree que eso lo mató?

    —No lo sé, nunca había visto nada similar —respondió Oleh—. Qué extraño que no haya ningún animal devorando su cuerpo además de las gaviotas. No veo movimiento de peces en el agua… —murmuró Oleh.

    Adan aún flotaba en el agua, le costaba trabajo trepar. Boris se acercó y se recostó para tenderle una mano y ayudarle a subir. Adan lo tomó del brazo, pero Boris no lograba sacarlo del agua, Andry se sumó para ayudar. Cuando ya estaba casi fuera, Adan sintió como un tirón en una pierna y cayó al agua de nuevo. Este sacó la cabeza boqueando y asustado.

    —¡Sáquenme, sáquenme! —gritó—. ¡Algo me está sujetando!

    —Déjate de bromas —le dijo su hermano.

    —¡No bromeo! Sácame, algo me tiene sujeto la pierna —respondió.

    —¡Sáquenlo ya! —ordenó Oleh.

    Adan puso sus brazos encima del animal tratando de trepar, se impulsaba con uno mientras estiraba el otro para sujetar la mano de Boris. De pronto sintió un apretón en la mano derecha con la que se sujetaba para impulsarse. Al mirarla, esa cosa oscura como alga le sostenía la mano y se la apretaba al cuerpo del cetáceo.

    —¡Mierda! Esto me está agarrando. ¡Ayúdenme! —gritó aterrorizado.

    Andry rápidamente le pidió un cuchillo a Oleh. Este se demoró en reaccionar, mas Ilay desde la cubierta le lanzo uno.

    Andry se acostó y trató de alcanzarle el cuchillo, pero no llegaba y con el movimiento constante era aún más difícil. Adan vio cómo eso se le extendió por el brazo y lo sujetó más fuerte al cuerpo de la ballena, ahora casi no podía mover su miembro derecho y la fuerza con que lo apretaba era descomunal. Adan comenzó a gritar de dolor.

    —¡Voy a saltar! ¡Te ayudaré! —gritó su hermano, pero Adan al instante lo detuvo con un rotundo no.
    —Si entras al agua, no podrás salir —dijo.

    Oleh, desesperado, salió corriendo a buscar un equipo de buceo.

    —¿Qué harás? —preguntó Ilay.

    —Me voy a sumergir, voy a intentar ayudar. Ayúdame a ponerme el traje.

    Adan sintió un crujido fuerte en su brazo. Cuando observó bien, un bulto sobresalía en su antebrazo casi al punto de perforarle el abrigo.

    —¡Me rompió el brazo! —gritó y empezó a chapotear de dolor.

   Boris al escuchar eso se incorporó para subir al bote y tratar de asistirlo, pero de repente su pierna se hundió en el cuerpo de la ballena. Cuando trató de salir algo lo sujetó fuerte por la pierna.

    —¡Andry ayúdame! —gritó.

    Andry no sabía qué hacer.

    —¡Desliza el arma por su cuerpo, yo la atrapo! —le ordenó Adan con voz sofocada por el esfuerzo. Su hermano dejó caer suavemente el cuchillo por el cuerpo del rorcual y Adan lo atrapó con su mano libre.

    Andry, entre tambaleos, se puso en pie, sostuvo a Boris de los brazos y tiró con fuerza. Boris estaba atorado, su pierna estaba hundida casi hasta la cintura.

    Boris resopló fuerte: —Sal y busca un hacha —ordenó a Andry y prosiguió—: Hay algo dentro de la ballena que me aprieta la pierna.

     Adan comenzó a acuchillar la ballena y la extraña cosa que lo atrapaba como por instinto lo apretó más y más fuerte hasta el punto que los dedos que tenía atrapados comenzaron a sangrar.

    —¡Mierda! Me está cortando los dedos —Adan gritó de dolor y arremetió con fuerza dando puñaladas al azar. La sangre proveniente de su mano brotó más fuerte y sus dedos comenzaron a desprenderse. Adan detuvo el frenesí de puñaladas, estaba tragando agua y el dolor era insoportable. Por un momento pensó que ya se había detenido, hasta que sintió un tronar y un dolor sordo que subió por su pierna atrapada.

    —¡Me ha roto la pierna, Andry! —pegó un grito desgarrador. Apuñaló una o dos veces más la ballena, mas era inútil. Mientras más se defendía más era apretado. La sangre se mezclaba con el agua. Adan estaba extenuado, su rostro estaba pálido.

    —¡Boris, ¿qué hago?! —gritó Andry asustado.

    —¡Busca un hacha, busca la maldita hacha!

    —¡Ya casi termino! —gritó Oleh desde el barco.

    —¡Ilay, Ilay! ¡Dame un hacha, carajo! —repetía a gritos Andry.

    —Escúchame, Ilay —dijo Oleh—. Voy a entrar al agua. Lánzale el hacha a Andry y quédate a cargo del barco. Intentaré liberar a Adan.

    Ilay no decía nada, sus ojos parecían salirse de sus orbitas.

    Oleh, ya con el traje puesto, se lanzó al agua y nadó hacia Adan.

    —Tranquilo, estoy aquí —le dijo mientras le acariciaba la cabeza.

    —No siento mi pierna —murmuró Adan.

    Oleh se acercó para ver el brazo de Adan. Con sus manos sostuvo la extraña alga y tiró de ella fuerte. Para su sorpresa, esta se movía y se aferraba con mayor ahínco. Se sentía rara al tacto, era bastante gruesa y se movía de forma temblorosa, se enrollaba y retorcía. No era una sola, eran un montón aglomeradas unas sobre otras, parecían tener vida propia.

    Oleh metió su rostro bajo el agua y vio cómo esas salían desde dentro de la ballena. La parte no visible del rorcual tenía agujeros y esa cosa extraña salía desde dentro de él. Oleh sacó la cabeza del agua, se colocó el regulador en la boca y se sumergió. Al mirar bajo el cuerpo de la ballena lo primero que vio fue la pierna derecha de Adan torcida y cubierta por esas cosas extrañas que se movían y la mantenían pegada al cuerpo de la ballena. La parte más sumergida del animal estaba destrozada y sus gigantescas tripas colgaban y flotaban con trozos de carne. Entre los órganos se observaban un montón de esas algas que salían desde el interior de la ballena y se perdían en el fondo del mar.

    Al acercase a la parte destrozada de la ballena vio que había otros peces atrapados a su cuerpo, todos los que intentaron alimentarse de su cadáver quedaron atrapados. Oleh se sumergió más profundo, siguiendo la enorme sombra que se observaba el fondo. Cuanto más se hundía, más podía ver la extensión de esa cosa, y a su paso el agua se observaba turbia, llena de restos de peces.

    La enorme sombra bajo el agua parecía moverse. El capitán se aproximó más y pudo ver cómo un pez, al parecer, una tintorera, se acercó a la mancha oscura compuesta por esas cosas largas y este se estremeció cuando fue atrapado por estas. Él movimiento que hacían para apresar al pez era totalmente coordinado. Un tinte oscuro, rojizo en forma de polvo se dispersó al igual que pequeños trozos de la supuesta tintorera.

    «Los despedazaron» pensó Oleh. Giró sobre su eje y nadó en dirección a Adan para tratar de soltarle la pierna. Cuando volteó para ver el enorme millar de criaturas, estas se movían más rápido. Su movimiento sincrónico se extendía hacia las que apresaban a Adan y el cadáver de la ballena se retorcía como si por dentro estuviese llena de parásitos. Oleh llegó a la pierna de Adan y trató de soltarla, pero no podía. Se alejó, sacó una pistola de arpón y disparó, este se encajó cerca de la pierna y el movimiento sincrónico de estas criaturas aumentó. Muchos más salieron del interior de la ballena.

    Oleh aprovechó para tratar de soltar a Adan, pero fue inútil. Estas cosas lo rodearon a él también y lo comenzaron a apretar. Al verlos moverse se percató de que su comportamiento era como el de un gigantesco cardumen de peces. Trató de alejarlos lanzando golpes con la pistola, pero estos lo rodearon por completo y comenzaron estrangularlo. Desde la superficie Ilay observó cómo había más movimiento en el agua y un montón de burbujas salían hacia la superficie.

    Andry con el hacha golpeó el cuerpo flotante para liberar a Boris.

    —¡Me aprietan más, Andry, son muchos! —gritó Boris. Las venas de su cabeza parecían que iban a estallar.

    —Ya casi, Boris, vamos a salir de esto —dijo Andry.

    Con cada golpe los trozos del rorcual saltaban por los aires. Ya se visualizaba mejor la pierna de Boris y esta estaba envuelta por los peces. Andry le asestó golpes para ver si soltaban la pierna, mas no surgía efecto. Aunque los golpes les hacían algún daño, estos eran bastante resistentes y eran muchos. La piel de la ballena comenzó a rajarse más y Boris a hundirse dentro. Se abrió un boquete por un costado del cuerpo y un montón de esos peces salieron desde su interior. El cuerpo semipodrido del animal cedió y Boris cayó completamente dentro. Andry metió la mano para sujetar a Boris, pero también se apoderaron de su brazo.

    Las burbujas que venían del fondo cesaron. Los largos y extraños peces con su aspecto como anguilas habían apretado tan fuertemente a Oleh que le rompieron los huesos y reventaron el balón de oxígeno. Este extraño cardumen apretaba a sus depredadores hasta matarlos, luego se quedaban sujetos a los cuerpos muertos para alimentarse.

    Ilay, desde la cubierta, gritó el nombre del capitán al ver que las burbujas habían cesado. Este estaba aterrado, no sabía que carajos hacer. Un pito fuerte y constante se activó, era el sonar que decidió funcionar. Ilay corrió por la cubierta para revisar el equipo. Lo que marcaba era inmenso, mucho más grande que la ballena, el cardumen de peces se extendía por alrededor del animal muerto e incluso por debajo del Esturión. Ilay se sentó, estaba paralizado con lo que le mostraba la pantalla.

    —¡Que rayos es esto! —exclamó.

    «Tengo que ir, tengo que ayudar a Oleh» pensó. Rápidamente quitó el estridente ruido del sonar y comenzó a cambiarse de ropa para ponerse el traje de buceo.

    El clima estaba empeorando, las olas doblaron su tamaño. El cielo estaba oscuro y lleno de nubes de tormenta. La voz de Adan llamando a su hermano casi no se sentía. «Tengo frio» decía para sí mismo, su cuerpo casi no se movía. El cuchillo lo había dejado caer, las olas le tapaban el rostro y le dificultaban respirar. Andry no podía sacar el brazo de dentro de la ballena, con la pequeña hacha golpeaba a los peces para que lo liberasen. De Boris no se podía observar ninguna parte de su cuerpo.

    Ilay, entre tropiezos, llegó al borde del barco y observó a Andry tratando de liberarse. Se colocó bien su equipo y salto al agua. El oleaje estaba siendo molesto para avanzar.

    —¡Adan, ¿dónde está Oleh?! —gritó, pero Adan no respondió.

    Ilay se sumergió para buscar a Oleh. Los peces adheridos a la ballena se movían y se deslizaban por su cuerpo. Ilay bajo el agua vio los órganos del animal dispersos, se acercó un poco más para ver algo que estaba pegado el cuerpo de la ballena por los peces. Cuando estos se contorsionaron pudo ver la silueta de Oleh. Buscando mejor visibilidad disminuyo la distancia hasta que pudo ver el rostro de Oleh completamente pálido, y algo largo y puntiagudo como un hueso que salía de su tórax. Ilay salió a la superficie asustado. La cabeza de Adan apenas se mantenía fuera del agua.

    —¡Andry, tenemos que irnos! ¡Todos están muertos! —gritó.

    Andry no podía soltarse. Entre el sonido de las olas escuchaba los gritos de Ilay. Andry miró a su alrededor y vio que el cadáver de la ballena se alejaba del barco debido al oleaje, Andry gruñó y con el hacha apuntó a su brazo, su respiración se agitó.

    «Tengo que zafarme, tengo que hacerlo» se repitió en su cabeza. Emitió un grito e impactó un golpe con el arma en el brazo. La sangre comenzó a salir, el dolor le sacó las lágrimas. Intentando mantener el equilibrio gritó nuevamente y se golpeó con más fuerza. La sangre salió a chorros. Andry sintió un disparo de adrenalina y entre el dolor y la desesperación comenzó a golpearse repetidamente hasta que se amputo el brazo atrapado. Los gritos de agonía eran tremendos, el sangrado era masivo. En cuanto intentó moverse perdió el equilibrio y se precipitó hacia el agua.

    Ilay, al observar a Andry caer, nadó hacia él. El oleaje era tremendo, había comenzado a llover. Andry no tenía fuerzas para nadar. Ilay logro alcanzarlo.

    —Te tengo. Tenemos que irnos, hay que llegar al barco —decía Ilay mientras ayudaba a mantener a Andry a flote y con dificultad tratar de llevarlo al barco.

    —Mi hermano —repetía Andry.

    —Están muertos, todos, tenemos que salvarnos —le respondió Ilay.

    Las olas arremetían con fuerza, nadar hacia el Esturión parecía imposible, el barco se meneaba con violencia por el vaivén del mar. Una enorme ola los golpeó de sorpresa, tapándolos por completo. Ilay dio vueltas bajo el agua. Cuando sacó la cabeza buscando a Andry, que se le había escapado de las manos, otra ola arremetió contra él. Sofocado, miraba un lado a otro gritando el nombre de Andry, pero no alcanzó a verle.

    Ilay, luchando contra las olas, trataba de llegar al barco que apenas podía ver. El Esturión aún se mantenía a flote. Ilay tenía la esperanza de alcanzarlo cuando otra ola lo hundió. Nadó hasta la superficie, pero no podía ver nada. Las olas no lo dejaban respirar, sentía que se ahogaría. «Voy a morir» pensó.

    Estaba muy sofocado y puso el regulador en su boca para poder respirar. El mar lo tapo de nuevo. Ilay cerró los ojos, solo sentía el sonido del agua. Su cuerpo sumergido fue llevado de un lado a otro por la tempestad, él sostenía con fuerza el regulador en su boca. Si no fuese por el balón de oxígeno ya estaría muerto. Se mantuvo nadando bajo el agua, aunque en ocasiones sentía como golpes de corriente marina que le arrastraban. No le quedaba mucho oxígeno en el tanque debido a su agitada respiración. Se sentía sumamente agotado.

    Nadó a la superficie para mirar a su alrededor, no tenía idea de donde estaba. La lluvia había aminorado, pero el mar seguía tempestuoso. Ilay estaba a la deriva. No tenía la menor idea de qué hacer. Cuando se quedó sin oxígeno ya la tormenta se disipaba. Ilay se sacó el tanque de la espalda y se zafó el chaleco con los plomos para mantenerse a flote. Nadó sin fijar una dirección hasta que no pudo más. «Me rindo» pensó y se quedó flotando mirando al cielo nublado hasta que perdió el conocimiento.

    Unas voces se escucharon a lo lejos cuando despertó. Se sentía algo aturdido y débil, su traje le había salvado de una hipotermia grave. Estaba en un camarote, una persona bajó las escaleras y comenzó a hablarle:

    —Hola. ¿Cómo te sientes? ¿Qué te sucedió? Estábamos pescando cuando te vimos. Estás vivo de milagro.

    —Todos murieron —dijo. Su semblante cambió y comenzó a gemir y a llorar con poca fuerza.

    —Tranquilo, amigo, te ayudaremos. Ya estamos camino a tierra, te llevaremos a un hospital.

     —Los peces los mataron, los mataron a todos —repitió Ilay hasta llegar a tierra.

    La espantosa historia de Ilay tenía sorprendida a toda Ucrania. Todos los medios de disfunción hablaban del fatídico viaje del Esturión y su tripulación. La guardia marítima reportó el avistamiento del barco hundido no muy lejos de la última localización indicada por Ilay. El cadáver de Andry fue el único cuerpo que se pudo recuperar después de una ardua búsqueda. El cadáver del rorcual muerto infectado por raros peces tampoco se encontró.

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  ➤ Denys es un escritor cubano con una gran pasión por las letras y las historias en altamar.

Comentarios

  1. Hola porque no puedo ver la imagen del cuanto el cardumen

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    1. Buenos días. Hemos revisado y no tuvimos problemas. Tal vez la imagen era un poco pesada, así que la hemos actualizado y esperamos que el problema se resuelva.
      ¡Saludos!

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